El próximo 19 de Octubre, se celebra el Día Mundial Contra el Cáncer de Mama, el tumor más frecuente en las mujeres occidentales. En España se diagnostican alrededor de 32.825 nuevos casos al año. Se estima que 1 de cada 8 mujeres tendrá cáncer de mama a lo largo de su vida, según datos de la Asociación Española Contra el Cáncer. Para cumplir con uno de los objetivos de esta celebración, que es la información, el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de Extremadura quiere acercar a la población el papel que la fisioterapia tiene en esta enfermedad y por ello destacan la importancia del ejercicio físico y que el fisioterapeuta es el profesional encargado del tratamiento para abordar la mayor parte de las consecuencias o secuelas físicas derivadas de esta enfermedad.

El objetivo de la fisioterapia  es mejorar la calidad de vida de los pacientes a ser posible antes, durante y después de la cirugía o de cualquier tratamiento, así como su posterior reincorporación a la vida normal. Para ello es necesario, por seguridad, ponerse sólo en manos expertas. En esta enfermedad el tratamiento fisioterapéutico se diseña según las necesidades de cada paciente y el tipo de cáncer al que se enfrente. “Consideramos imprescindible, en primer lugar, informar al paciente de qué le pasa, por qué le pasa y cómo podemos ayudarle y así diseñar juntos su programa de tratamiento en función de los objetivos a corto, medio y largo plazo”, explica Carlos Tomás Ortiz, fisioterapeuta colegiado del COFEXT, con 17 años de experiencia en esta enfermedad.

En este tipo de tratamientos se trabajan los tejidos para recuperar su movilidad y elasticidad. El abordaje de la piel, las cicatrices, los problemas articulares y musculares, la conciencia corporal y los problemas posturales, el dolor, la sensibilidad, la fatiga… son otros de los múltiples aspectos que tiene en cuenta la fisioterapia en esta enfermedad. Los beneficios por lo tanto son múltiples:  recuperación de la movilidad articular y del tono muscular, facilitar el control motor trabajando la estabilidad y la coordinación, optimizar la función respiratoria y el patrón fisiológico, incrementar la actividad física mediante prescripción de ejercicio aeróbico y de fuerza a nivel terapéutico, mejorar el estado de cicatrices y sus posibles adherencias y fibrosis… etc.

Carlos explica que la fisioterapia no solo se limita cuando ha habido intervención quirúrgica, también tiene indicaciones para tratar algunas secuelas de los tratamientos, como puede ser la quimioterapia, que suelen generar dolor en las pacientes. Una de las secuelas más habituales es el linfedema: edema que se presenta en el brazo. Ante estas lesiones, el fisioterapeuta es quien puede utilizar técnicas manuales como es el drenaje linfático manual. Aplicar vendajes o prendas de contención/compresión para controlar edemas. Realizar cuidados de la piel y prevenir infecciones. Programar ejercicios terapéuticos.

Además de la fisioterapia, el ejercicio físico ayuda en esta enfermedad. La evidencia actual indica que el ejercicio físico se puede realizar durante el tratamiento oncológico activo y después del mismo. El ejercicio físico ha demostrado ser un factor protector tanto en el desarrollo de algunos subtipos de cáncer de mama como en la aparición de recaídas tras el diagnóstico inicial. “En este sentido, se recomienda a las pacientes realizar un ejercicio aeróbico moderado-vigoroso: correr, andar rápido, actividades similares de gimnasio, sin descartar la utilidad de ejercicios de musculación periódicos, siempre y cuando la lesión tenga un control y una autorización por parte de su oncólogo”, explica Tomás.  Además así, se contribuye a mejorar la actividad cardiovascular y combatir la fatiga crónica.