A veces las vocaciones se descubren por el camino, como en el caso de la protagonista de esta historia, quien no tuvo claro desde niña que se iba a dedicar a lo que ha sido su pasión y motor de vida. Hablar de Mª Luz González Doníz es hablar de positividad, entusiasmo, trabajo y constancia. Esta fisioterapeuta coruñesa ha llevado a cabo tareas asistencias, investigadores, docentes y de gestión. Y si hay algo de lo que se siente orgullosa en su dilatada experiencia, es de haber participado en la creación, desarrollo y consolidación de la Facultad de Fisioterapia de la Universidade da Coruña, donde trabaja actualmente como decana y profesora y de cuyo departamento se siente profundamente satisfecha y agradecida. Mª Luz es experta en fisioterapia respiratoria y rehabilitación pulmonar, y es una de esas mujeres que ha conseguido romper barreras y acceder a categorías vetadas al género femenino. Con varios títulos académicos y premios a sus espaldas, Mª Luz nos hace un repaso por su trayectoria en esta entrevista con motivo del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Una historia apasionante con la valentía y la serenidad como hilo conductor.

¿Siempre tuviste claro que te querías dedicar a la fisioterapia? ¿Cómo llegaste a ella?

No, no tuve como primera opción estudiar fisioterapia porque cuando inicié este camino no había la posibilidad de acceder directamente a estos estudios. Llegué a ella analizando las posibilidades de especialización cuando finalicé los estudios de enfermería y, de las oportunidades existentes, elegí fisioterapia porque, entendí, respondía a necesidades de salud que se encontraban en mi esfera de interés. Fue el descubrimiento de un ámbito disciplinar que absorbió todas mis inquietudes profesionales y científicas. No hubo marcha atrás.

Cuéntanos,  ¿cómo fueron tus inicios?

No he tenido ninguna dificultad para acceder al ámbito asistencial como fisioterapeuta una vez finalizados mis estudios. En ese momento era escaso el número de profesionales en Fisioterapia y elevada la oferta de plazas. Comencé a ejercer la actividad asistencial como fisioterapeuta en un hospital público de Ourense, mi provincia de origen, donde obtuve una plaza en propiedad. Pocos años después solicité una excedencia y me trasladé a A Coruña buscando nuevos horizontes profesionales y personales.  Y acerté.

Una vez allí, después de ejercer algún tiempo en el ámbito de las personas mayores, obtuve una plaza en el hospital universitario de A Coruña, actividad que desempeñé hasta que me incorporé a la docencia cuando se creó la Facultad de Fisioterapia, primero como secretaria académica y después como directora de departamento.

Fue el descubrimiento de un ámbito disciplinar que absorbió todas mis inquietudes profesionales y científicas. No hubo marcha atrás.

¿Encontraste dificultad por ser mujer?

No tengo la percepción de haber tenido dificultades profesionales especiales por mi condición de mujer. Crecí en un medio que, no solo permitió, si no que favoreció mi desarrollo como una persona independiente intelectual y económicamente. He desempeñado tareas asistenciales antes, y docentes, investigadoras y de gestión, después, al lado de muchos compañeros que han respetado mi criterio profesional. Otras mujeres lo han tenido más difícil.

¿Crees que la fisioterapia es un gremio machista o todo lo contrario?

Creo que los gremios profesionales, en general, son el producto del modelo de sociedad imperante en cada momento.  Por lo tanto, las mujeres fisioterapeutas han sufrido, probablemente, los condicionantes derivados de una sociedad machista como ocurrió y ocurre en muchos colectivos profesionales. Factores como los estereotipos de género, menores oportunidades de desarrollo profesional o problemas de conciliación familiar, son comunes a todas las profesiones y constituyen hándicaps a la participación de las mujeres en las diferentes etapas de la carrera profesional, fundamentalmente en aquellos puestos de máxima responsabilidad. No es frecuente, todavía, ver a mujeres al frente de colegios y asociaciones  profesionales, decanatos de facultades de fisioterapia o puestos de máxima responsabilidad asistencial.

Es más frecuente de lo deseable observar, por parte de las que sí hemos asumido funciones de gestión, cómo la mirada dirigida hacia a ti es una mirada distinta a la que has visto se dirige a un hombre cuando desempeña esa misma responsabilidad. Se percibe una duda inicial, muchas veces sutil y otras no tanto, que es necesario despejar. Estas situaciones requieren altas dosis de competencia, valentía y serenidad. De eso no nos falta a las mujeres.

La incorporación de la mujer a esta profesión, ¿ha sido tardía o temprana?

En España, al nacer como una especialidad de enfermería, profesión mayoritariamente femenina, la incorporación de las mujeres fue temprana, si bien es cierto que eran unos estudios muy demandados por los hombres al asociarse el desempeño profesional a una necesidad de poseer fuerza física y no tanto habilidades, destrezas y conocimientos. Eso la hacía una opción preferente para los hombres y sembraba ciertas dudas en las mujeres. En cualquier caso, cuando yo estudié, la proporción fue del 50% mujeres y 50% hombres. Durante la década de los noventa y en los años dos mil rondaba el 30%/70%. Hoy en la Facultad de Fisioterapia de la Universidade da Coruña la proporción ronda el 60% mujeres y el 40% hombres.

Creo que los gremios profesionales, en general, son el producto del modelo de sociedad imperante en cada momento

¿Cuál dirías que ha sido tu mayor logro dentro de esta profesión?

No sé si soy la persona más adecuada para responder a esta pregunta. Mi deseo es que el mayor logro esté todavía por llegar. De lo que me siento más satisfecha es de haber participado en la creación, desarrollo y consolidación de un proyecto docente, la Facultad de Fisioterapia y el departamento de Fisioterapia de la Universidade da Coruña, sólido, integrado por un equipo altamente cualificado, con alta calidad humana y firmemente comprometido con su profesión y de seguir trabajando con todos/as. Agradezco la oportunidad de haberlo hecho desde diferentes responsabilidades: secretaría académica y dirección del departamento universitario de Fisioterapia antes, y en la actualidad desde el decanato de la Facultad de Fisioterapia.

¿Sientes que has tenido que renunciar a cosas por el hecho de haber sido mujer?

Siento que he tenido que elegir. Y toda elección entraña una renuncia. La diferencia entre sentir que uno elige o que renuncia es sustancial, puesto que condiciona la vivencia de los hechos hacia la aceptación o hacia el fracaso.

Es importante que las mujeres seamos capaces de trasladar esa alta capacidad de decisión que tenemos en la esfera de lo privado a la esfera de lo público. Es una tarea ardua puesto que el proceso de inculturación en una sociedad machista no facilita esa transición.

En una frase o palabra resume lo que es para ti la fisioterapia

La Fisioterapia es responsabilidad y compromiso, entendidas como la capacidad de responder ante el otro y una obligación ante nosotros mismos. Es conocimiento e iniciativa para ser agente de cambio de la realidad profesional en la que se está inmerso, lo que implica ser capaz de reflexionar sobre esta realidad, analizarla críticamente y transformarla. Y es pasión. Pasión renovadora de la ilusión y el entusiasmo para afrontar los retos que en cada etapa se presentan, superando las decepciones que erosionan la voluntad y minan el empuje.

Eres una persona que ha destacado en esta profesión, ¿cuál dirías que ha sido la clave de tu éxito como un consejo que pueda ayudarle a otras mujeres que te lean?

Como he dicho antes se requiere competencia y altas dosis de valentía y serenidad. En primer lugar, decidir en dónde se quiere estar y unirte a personas que sumen y no que resten. Vencer con inteligencia los reparos propios y ajenos, creer en uno mismo, creer en tu capacidad para ejercer un liderazgo propio e igual de eficaz que cualquier otro, cultivar la autoestima y estar convencidas de nuestra preparación científica y técnica.