El próximo día 21 de septiembre se celebra el Día Mundial del Alzhéimer y por ello hemos hablado con una fisioterapeuta especializada en esta enfermedad para explicarnos cómo la fisioterapia puede ayudar a estos pacientes

Sofía Merino Tena es fisioterapeuta colegiada por el COFEXT y trabaja en la Asociación Extremeña de Familiares de Personas con Alzheimer y otras Enfermedades Afines, AFAEX, desde hace 11 años. Una entidad social sin ánimo de lucro que presta servicios de interés general y social encaminados a la atención directa de las necesidades de los familiares de enfermos de alzhéimer, por entender que ellos también sufren la enfermedad, y de sus seres queridos afectados por esta demencia. En el mundo hay 46,8 millones de personas que padecen demencia y entre el 60% y 70% de esos casos corresponden a alzhéimer. Se estima que para el año 2050 el número ascienda a 131.5 millones de personas con este trastorno. La Organización Mundial de la Salud (OMS), realizó en 2015 su Primera Conferencia Ministerial de la OMS sobre la Acción Mundial contra la Demencia. Con motivo de la celebración del Día Internacional del Alzhéimer el próximo día 21 de septiembre, hemos hablado con Sofía, para que nos cuente cómo es su trabajo y cómo la fisioterapia puede ayudar en esta enfermedad.

Cuéntanos Sofía, ¿cuáles son los principales problemas de esta enfermedad a nivel físico?

Para poder explicar mejor los problemas que aparecen, debemos dividir la enfermedad en tres fases: Una primera fase o leve, en la que no suelen manifestarse alteraciones físicas, pero pueden aparecer síntomas como la apatía y la tendencia al sedentarismo, que favorece el inmovilismo y puede acelerar el deterioro físico. En algunas ocasiones, en esta fase comienzan las alteraciones en el control postural y en el patrón de marcha.

Después estaría la segunda fase o fase moderada, en la que comienzan a aparecer alteraciones físicas como atrofia y debilidad muscular, rigidez articular con disminución de la movilidad, alteraciones del equilibrio y la coordinación, problemas en la marcha, alteraciones del control postural, dolor al inicio del movimiento y fatiga al esfuerzo. Aquí es donde los enfermos empiezan a perder la independencia, al necesitar supervisión o ayuda en la deambulación y transferencias, empiezan a tener miedo a las caídas y por lo tanto disminuye la iniciativa para caminar y esto conlleva la aparición de otros problemas como las úlceras por presión

En la tercera fase o fase severa, se observa mayor rigidez, hiperreflexia y espasticidad. También pueden aparecer reflejos arcaicos y signos piramidales. El trastorno de la marcha provoca que las fracturas y caídas sean frecuentes, el control motor se vuelve inestable y aparece agitación motora, deformidades y acortamientos, mayor fatiga al esfuerzo, entre otros síntomas.

¿La enfermedad a nivel físico evoluciona igual en todas las personas que la padecen?

Hay que tener en cuenta que no todos los pacientes llegan a la tercera fase. Los cuidados recibidos, la estimulación proporcionada, la evolución de la enfermedad, la edad del paciente,  las patologías presentes en la persona, la reserva cognitiva, etc., marcarán la diferencia dentro incluso de la misma fase, por lo que no todos ellos terminan padeciendo un síndrome de inmovilidad severo, por ejemplo. Como dice Paul Cutler, “no existen dos enfermedades idénticas, cada persona tiene por lo menos una característica peculiar e inexistente en las demás. Las enfermedades son tan diferentes como las personas”

¿Qué papel juega la fisioterapia en esta enfermedad?

El papel que juega la fisioterapia en esta enfermedad es muy importante, ya que puede ayudar a que la enfermedad se frene o tarde más en desarrollarse y otra cuestión muy importante es que ayuda a mejorar sus síntomas. Por lo tanto, uno de los objetivos y beneficios fundamentales es que el enfermo tenga una calidad de vida independiente el mayor tiempo posible. Otro de los objetivos es retrasar la evolución de la enfermedad, potenciando el correcto funcionamiento del aparato locomotor, del sistema cardiorrespiratorio y de las capacidades psicomotrices es otro de los objetivos y beneficios; prevenir problemas asociados a la evolución de la enfermedad, como obstrucciones respiratorias, inmovilidad articular, ulceraciones por encamamiento prolongado etc. Otro aspecto fundamental relacionado con nuestro trabajo es que orientamos a familiares y/o cuidadores sobre aspectos sanitarios, así como prevención de lesiones producidas por el manejo de estos pacientes. Además  de estos objetivos, quiero resaltar la utilidad de nuestro trabajo para ralentizar el deterioro cognitivo.

¿Qué aspectos debe tener en cuenta el fisioterapeuta que trata a estos pacientes?

A la hora de tratar a una persona que tenga alzhéimer hay que tener en cuenta que hay una serie de factores que pueden complicar el tratamiento como la angustia, el cansancio, la disnea, el dolor, la intolerancia al esfuerzo (hipertensión), déficits visuales o auditivos que dificultan la realización de actividades, hipo o hipersensibilidad cutánea, nivel mental e incapacidad física general. Por lo tanto la colaboración puede ser mínima en el caso del paciente, pero es fundamental la participación de la familia (o de los cuidadores) siguiendo las pautas que indique el fisioterapeuta. En cuanto a la temporalidad, es importante que la sesión de fisioterapia sea a la misma hora cada día, sin una duración excesiva y que tenga una distribución de actividades con pocas variaciones de un día a otro.

Los enfermos de Alzheimer, ¿suelen recurrir a un fisioterapeuta o la labor de estos profesionales sigue siendo desconocida hoy día?

Las personas que desconocen la enfermedad, con frecuencia asocian el alzhéimer únicamente a pérdida de memoria, y por tanto es complicado que se entienda la labor que pueda tener el fisioterapeuta en esta enfermedad.

Por otro lado, las personas que sufren la enfermedad, normalmente recurren a nosotros a partir de la fase moderada, donde es más evidente el deterioro físico, olvidando la importancia de la prevención en estas personas, y el beneficio que puede aportar en estadíos iniciales.